Ayer por la tarde, como lo ha hecho a lo largo de toda una vida, la enfermera Victoria Zibana acudió al llamado del timbre de su casa. Junto a la cancel, había un joven que invocó a una persona conocida de nuestra ciudad como su mandante, ante lo cual Zibana le franqueó la entrada.
Tan solo un instante después de tomar esa decisión, comprendió que había cometido un error. El joven sacó un arma de entre sus ropas con la cual la amenazó y procedió a atarle manos y pies con precintos y, con una suerte de pañuelo, a taparle la boca atando los nudos de manera tal que le provocó una leve herida.
El asaltante reunió los pesos que había juntado Victoria en su día de trabajo y se dio a la fuga luego llevándose además del dinero, una bolsa con cosa que, al cierre de la presente edición, la enfermera no había sabido precisar ya que no pudo ver el contenido.
Victoria quedó de bruces contra el piso e imposibilitada de moverse por lo que, a la rastra y con gran dificultad, consiguió llegar hasta un lugar de la casa desde dónde pudo llamar a un matrimonio que vive en los altos de la vivienda y que de inmediato acudieron en su auxilio.
Se radicó la denuncia policial correspondiente y anoche los familiares de la victima, además de brindarle de la lógica contención, intentaban convencerla de que no atienda más a personas que no conoce.
Recordemos que Victoria Zibana no es la primera vez que sufre este tipo de asaltos, hace un tiempo resultó además de robada también golpeada, razón por la cuál instaló en su casa un portero con visor para, desde adentro, manejar la situación con mayor ventaja. La suerte quiso que en esta oportunidad dicho artefacto estuviera descompuesto, razón que quizás facilitó la tarea del delincuente.
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