miércoles, 23 de marzo de 2011

Adrián Lázaro fue ordenado sacerdote en Baradero

Con mucha emoción la gran familia católica de Baradero y diocesana se dio cita en la ordenación sacerdotal de Adrián Nicolás Lázaro, en la Eucaristía, que tuvo lugar en la parroquia Santiago Apóstol, el sábado 19 de marzo, solemnidad de San José, el santo custodio de la Sagrada Familia.
Los muros del templo del curato más antiguo de la provincia de Buenos Aires, se lleno de fieles que exultantes de gozo vivieron la alegría que un hijo de Baradero, por primera vez en su historia, fue ordenado sacerdote para la iglesia en su parroquia de origen.
El neo presbítero Adrián que ha elegido como lema para su vida sacerdotal: "Y ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí" (Gal. 2,20), se suma al camino ya elegido por otros sacerdotes también nacidos en Baradero, como el ya fallecido Luis Linera, y los padres Terenzi, Chiarella, Amartino, entre otros, que siguen sirviendo a la iglesia con total fidelidad.

La ordenación


La Eucaristía fue presidida por Monseñor Oscar Sarlinga y concelebrada por gran parte de los sacerdotes de la Iglesia Diocesana, además de otros sacerdotes amigos.
Después de la lectura del Evangelio Mons. Dr. Santiago Herrera, rector del Seminario San Pedro y San Pablo, presentó al ordenando y el obispo Sarlinga dió su homilía en la que destacó la alegría que irradia Adrián una virtud que destacan todos, además de exhortarlo a configurarse con el Buen el Pastor, Jesucristo; y, a poner su confianza solo en él. Agradeció también a los familiares por el apoyo que dieron a su hijo y por la entrega de los mismos a este digno oficio, que no tiene otro fin que servir a Iglesia y al Pueblo de Dios.

La imposición de manos

Continuando la liturgia de ordenación Adrián Nicolás Lázaro hizo sus promesas. Enseguida se dio paso a las letanías y luego Monseñor Oscar Sarlinga impuso las manos al nuevo presbítero, como signo de transmisión del Espíritu Santo, gesto que fue seguido por todos los sacerdotes presentes.
La imposición de las manos del Obispo, Sucesor de los Apóstoles, y la oración consecratoria pronunciada por él, harán de Adrán sacerdote de Cristo por la eternidad. Es verdad que todo el Pueblo de Dios es «sacerdotal» con el Sacerdocio común de los fieles, pero el presbítero, el sacerdote ordenado, recibe con su ministerio un sello imborrable (el llamado «carácter indeleble») en su ser más íntimo, que lo hace obrar en la Persona de Cristo, para celebrar el Sacrificio y Banquete de la Eucaristía, asimismo como el sacramento del perdón de Dios y todo lo propio sacerdotal.
A continuación, le fueron impuestas la estola y la casulla, se hizo la unción de las manos, se le entregó el cáliz y la patena, y finalmente nuestro Obispo le dio el saludo paternal de la paz.


Las gracias

Por último, el recién ordenado sacerdote dio las gracias a Dios por haberse fijado en él. Dio gracias a la Iglesia, a nuestro Obispo por su confianza, a los sacerdotes, al seminario, a las comunidades en las que ha estado desarrolando su trabajo pastoral, a su familia, a amigos y compañeros.