jueves, 7 de abril de 2011

Insistencia de funcionarios municipales para desalojar a una familia
















Efraín Mamani y Virginia Rodríguez junto a sus cuatro pequeños hijos, conforman una familia muy humilde pero con mucha dignidad.
Desde mediados del año pasado un terreno de su propiedad, ubicado sobre calle Intendente Nicolás Caviglia 947, del cual tenían pagos todos los impuestos y donde soñaban construirse su hogar, les fue usurpado por un matrimonio con un hijo. A pesar de que golpearon puertas para que les den una mano y así recuperarlo, nadie los escuchó.
Lejos de entrar en una situación violenta por la disputa de su propiedad, se saben personas de bien y, propio de los humildes que también conocen lo que es sufrir por no tener un lugar donde estar, empezaron a rodar por distintos lugares, hasta que hace poco más de una semana, desde el municipio los mandaron a un terreno y ellos, con obediencia allí se ubicaron y como pudieron armaron con chapas un lugar para vivir junto a sus hijos. Dos de ellos concurren al jardín de infantes y otros dos todavía son amamantados.
Sufriendo la inestabilidad que origina no tener las comodidades para vivir bien, sobre llovido, mojado, desde hace unos días están sufriendo el atropello de personajes del municipio que van a pedirle, lejos de los buenos modales, que se vayan del lugar que ahora ocupan. Les dicen que no pueden permanecer en el terreno, que está ubicado sobre calle Teófilo Rosell, entre Pedro Alonso y Carranza.
Los mismos que pregonan la necesidad de la ayuda y la asistencia social utilizar una actitud patoteril, no puede creerse que esté dentro de los procedimientos de la visita a una familia necesitada de todo.
El matrimonio Mamani- Rodríguez a diario, y en muchas ocasiones varias veces al día, debe soportar que funcionarios del municipio local, en lugar de preocuparse por darle la ayuda necesaria para que recuperen su lugar, los tratan como parias sin derechos a nada.
En estas condiciones y sin importar dónde puedan ir, los funcionarios les han hecho saber en varias oportunidades, que si no abandonan el predio serán desalojados por la fuerza.
¿Hasta cuándo debe soportar esta familia, como otras tantas, que quienes deben escucharlos los traten como miserables?
Todo huele a una puesta en escena repulsiva como si fuera una obra de teatro de latifundistas en tierras urbanas, que se aprovechan del poder y tal vez hasta de crear un falso escenario delictivo. Todo parece estar concatenado para así desalojar compulsivamente a esta humilde familia, que sólo espera pacientemente en ese lugar, recuperar lo que les fue quitado y para los que ninguna autoridad municipal se ha preocupado en tenderle una mano. Sólo les preocupa que se vayan de ese sitio. ¿Por qué habrá tanto interés en ese terreno?

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