domingo, 22 de mayo de 2011
EL INVIERNO LLEGA: Faltan electricidad y materiales pero sobra frío en lo de los Mamani
El caso de la familia Mamani nos conmovió a todos. Los llamados a las radios, los textos enviados a las páginas de Internet prácticamente llovieron en apoyo a la familia.
Hubo compromisos para que les llegaran los materiales mínimos necesarios para techar, levantar paredes y colocar piso, pero hasta la fecha solamente alimentos y ropas les fueron entregados, pero Efraín y su esposa Virginia, sus hijos Soledad, Isaac, Aylén y Ayelén, siguen esperando arena, cal, cemento, ladrillos y chapas mientras rezan para que el invierno se retrase y que el fuego que deben encender para soportar el frío nocturno, no llegue a las maderas que hacen de más que precario cuarto y que tampoco la llama de la vela haga lo mismo.
Alertamos acerca de esta situación y prevenimos a quien corresponda que la tragedia está a un paso. Virginia nos confesó que duerme mal por las noches, pero no lo atribuye al frío sino a la preocupación que le causa la presencia del fuego en un ámbito construido completamente en madera.
Todavía, luego de tantas idas y venidas, no ha llegado el beneficio de la electricidad por la casilla de Teófilo Rosell 1982.
Efraín, atinadamente, tiene una huerta en los fondos del terreno, así dice que no le faltará alimento para los suyos cosa que, por fortuna, no es el problema esencial de los Mamani. La cosa pasa por otro lado.
Hay quien reprocha nuestra postura y nos dicen que de esta manera fomentamos la holgazanería y que después todos van a querer que se les den los materiales en lugar de comprarlos con trabajo honesto y todas esas monsergas tan archisabidas como inútiles.
Antes que prodigarse en consejos moralistas hay que recordar que Efraín tiene problemas de salud que no tenía hace un tiempo, cuando trabajaba duramente en el campo. Además, aún en el supuesto que sea como sostienen estos duros de almas y prietos de bolsillos, ¿los niños también son responsables? ¿También ellos deben pasar frío y correr peligro? Hay una sola respuesta para estas preguntas y, si las autoridades, como han hecho hasta el momento, no responden o son remisas a hacerlo, como sociedad deberíamos de alguna manera organizarnos para terminar con esta verdadera vergüenza para todos. No se admite que en estos tiempo y menos en la más próspera de nuestras provincias, haya personas que deban sufrir semejantes necesidades.
Convocamos una vez más a nuestros lectores a ayudar a esta familia e instamos a todos nuestros colegas a sumarse.
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