martes, 21 de junio de 2011

El complicado estacionamiento en la ciudad



Con mucha frecuencia en los últimos meses, venimos leyendo en distintos sitios o escuchando las noticias que difunden la radio y la televisión, que uno de los motores del crecimiento de la economía de nuestro país, es la fabricación de automotores que ha crecido de manera extraordinaria. También, paralelamente a lo anterior, mes tras mes caen los registros estadísticos de venta de automóviles usados.
Si bien las noticias no particularizan acerca de determinados sitios sino que brinda una estimación promediada, es lógico que Baradero, por el nivel socioeconómico de su población, esté incluso por encima de la media, razón por la que la cantidad de automóviles que circulan por las calles de Baradero, se haya visto sustancialmente incrementada.
No necesitamos siquiera recurrir a los datos que puede tener la oficina local del Registro Nacional de la Propiedad Automotor de Baradero; basta solamente con observar lo que pasa en nuestras calles especialmente en lo relativo a los lugares de estacionamiento de autos para entender que dejar un auto junto al cordón de la vereda, es una tarea cada vez más complicada y, en la zona céntrica, hasta imposible por momentos.
La zona de calle Anchorena comprendida entre Santa María de Oro y Colombres es, quizá, la más dificultosa, aunque no le van en zaga otras cuadras aledañas y/o cercanas. Las voces que se alzaron desde siempre solicitando la puesta en marcha del estacionamiento medido, hasta ahora desoídas, comienzan a tener predicamento y han dejado de caer en saco roto. Se necesita, al menos en las cuadras donde el espacio para estacionamiento es crítico, un control de tránsito más intenso que no permita, por ejemplo, que las motos sean dejadas en los sitios destinados para los autos, cosa que sucede en forma cotidiana, en especial en Anchorena y Sta. Mª de Oro, también habrá que pensar si no resulta más útil en dejar en amarillo intermitente el semáforo de Anchorena y Darragueira y no proceder como ahora. Cuando el artefacto funciona con normalidad, lo hace en horarios en los cuales la intensidad del tránsito es nula: desde las 22 hasta las 9 de la mañana y, quien se detiene ante la luz roja tiene la permanente sensación de hacerlo sin motivo ya que está allí durante varios segundos en la más absoluta soledad. Si el semáforo funciona durante el resto del día, lo que provoca es embotellamiento por lo que en lugar de facilitar el tránsito, lo complica. Esa es precisamente la razón por la cual se lo usa en amarillo intermitente. ¿Por qué no dejarlo entonces siempre así?
Estas y otras consideraciones, creemos, deberán ser tenidas en cuenta cuanto antes puesto que la circulación se complicará más a medida que transcurran las semanas.
El Diario de Baradero

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