martes, 23 de agosto de 2011

PERDER EL CONTROL



La cotidianidad está llena de vicisitudes y contratiempos que no esperamos. Por eso, Jesucristo decía que cada día tiene su propio afán. ¡Cuántas cosas inesperadas suelen suceder! Uno se levanta con un plan y luego sucede que situaciones que nos llegan de sopetón cambian TODO y perdemos el control. “El control”, he ahí el asunto.

En este tiempo nos obsesiona tener el control de toda nuestra vida y todo lo que nos rodea. Solo hay que ver que la misma tecnología quiere poner en nuestras manos un control para todo… abrir la puerta de la cochera o marquesina, control para los electrodomésticos, control, control, y más control. De esta manera nos acostumbramos a querer controlar todo y ser los superhéroes de nuestras vidas.

Pero, ¿saben algo? Por más que luchemos por tener el control nunca será así. ¿Quién puede decir que sucederá hoy? ¡Nadie! Definitivamente nadie, pues solo Dios tiene el control de nuestras vidas. Puedo decir que he conocido gente que se creen tienen ese poder, controlan su tiempo, sus proyectos de vidas, las personas que le rodean, entre muchísimas cosas más; quieren tener poder total de todo, hasta que llega el momento de sus vidas (porque a todos nos llega) de que Dios les muestra que es Él quien tiene el control. ¿Cómo lo hace? Sencillo, las cosas no salen como se planea, suceden situaciones que inesperadas las cuales no pueden manejar. Por ejemplo, enfermedades, pérdida de empleos, difíciles situaciones económicas o emocionales, la muerte de alguien querido, un fracaso, injusticias, en fin ¡Hay tantas cosas que pueden hacer perder el control!

Es entonces, que llega el momento del “encuentro”. Si, de ese encuentro con AQUEL QUE TIENE EL CONTROL. Dice Jesús que no cae una hoja de un árbol sin que sea la Voluntad de Dios. Es decir, que todo lo que nos pasa es permitido por Dios, aún la desgracia más grande. Y es, porque en Su obrar, Dios de un mal saca un bien mayor. El perder el control supone que nos llenemos de humildad ante la realidad de que no todo lo podemos y de que necesitamos de esa GRACIA sobrenatural, de ese don o milagro que viene de Dios para poder solucionar los problemas o para poder enfrentarlos.

Nuestro Señor que es un pedagogo perfecto, nos va enviando señales de que debemos soltar el “control”, pero no entendemos su lenguaje divino porque estamos muy llenos de nosotros mismos; como no entendemos seguimos queriendo ser dueños y señores de nuestra vida, entonces Dios toma el control, y lo hace a través de esas situaciones difíciles que están fuera de nuestro dominio. Muchos en su soberbia se atreven a cuestionar, así nunca encontraran respuesta. Solo en el “encuentro” con Dios se logra. Un “encuentro” con el corazón sencillo, las manos vacías y la oración suplicante.

“Aquí estoy, Señor. Eres tu el Dios de mi vida, quien tiene control absoluto sobre ella, por eso te la entrego. Hágase en mí según Tu Voluntad. Me abandono a en Tus manos y te entrego todos mis problemas, los cuales haz permitido para que me acerque a Ti”.

Perder el control no es un fracaso, es una nueva oportunidad de vida, oportunidad de cambio. Así pues, si el diario vivir se nos presentan situaciones inesperadas, enfrentémosla con humildad, alegría, abandono y, sobre todo, con la gracia de Dios; teniendo presente que Dios TODO lo permite, por el bien de los que ama. Entonces es mejor que entreguemos el control, antes de que nos lo quiten.

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